Ir con el Psiquiatra: El Estigma de la Enfermedad Mental



Cuando nos mandan con el Psiquiatra, lo primero que se nos viene a la mente es ¿estoy loco? ¿Estoy tan mal que necesito ir con el Psiquiatra?




¿Por qué nos genera tanto miedo acudir con uno?




La sociedad a lo largo de los años ha estigmatizado a quienes cuidan de la salud mental de nosotros como aquellos que "ven a los locos". Y en muchas ocasiones utilizamos el término "loco" con fines peyorativos, asumiendo que cualquier persona que padece de una enfermedad mental debe ser llamada así. Y así poco a poco vamos creando un estigma en la persona que padece alguna enfermedad mental.




Las enfermedades mentales representan el 30% de las enfermedades no transmisibles en los sistemas de salud del mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Más de diez millones de personas tienen un trastorno o enfermedad psiquiátrica. Estas cifras demoledoras son indicadoras de que el impacto de las enfermedades mentales es enorme, y abarca desde los propios sistemas de salud a familia, amigos y compañeros de trabajo.


A la vez, y a pesar de estos números, siguen siendo enfermedades muy estigmatizadas. Estigmatización, discriminación y prejuicios sociales frente a las personas con enfermedades mentales marcan y perjudican su recuperación, su integración social y el ejercicio de sus derechos como ciudadanos. Todo esto provoca que, a pesar de la disponibilidad de tratamientos basados en la evidencia muy efectivos, alrededor del 40% de las personas con enfermedades mentales graves no reciban atención y muchos de los que comienzan una intervención no logren completarla.





Según el catedrático Jerónimo Saiz el estigma es un prejuicio social sin fundamento que consiste en atribuir al enfermo mental “una serie de malas cualidades como la peligrosidad o la dificultad para tratarse”, indica.


Este comportamiento que no sólo dificulta la reintegración del enfermo en su comunidad sino que degenera en “malos tratos, rechazo y aislamiento” según la OMS, es un problema social que debe ser abordado desde las instituciones, la propia sociedad y los medios de comunicación.


Un nuevo informe, publicado en Psychological Science in the Public Interest, ha confirmado que la estigmatización es una barrera importante para el cuidado de muchas personas con enfermedad mental. Y no sólo a la hora del cuidado, sino también en la posible influencia en la búsqueda de atención por parte de los afectados. Según los investigadores, de la Universidad de Emory y el Hospital Mount Sinai de Nueva York (Estados Unidos), el prejuicio y la discriminación de la enfermedad mental es tan incapacitante como la enfermedad misma; limitan a los afectados en el alcance de sus metas personales y les disuaden de seguir tratamientos efectivos.


La percepción que tiene la sociedad acerca de la enfermedad mental, muchas veces está basada sólo en prejuicios, sesgados por el desconocimiento y la desinformación, influenciados muchas veces por el sensacionalismo de los medios de comunicación, que juegan un rol fundamental en la generación de éstos, frente a las enfermedades mentales y a las personas que las padecen. Existen casos reportados en donde personas con un trastorno mental han sido responsables de cometer actos de violencia graves, sin embargo la mayor parte de los estudios epidemiológicos no confirman que las personas con trastorno mental sean más violentas que el resto de la población.


Es necesario eliminar el estigma, ya que las personas con trastornos mentales deben enfrentar no sólo los síntomas propios de su cuadro, sino que deben hacer frente a los efectos del estigma, los que tienen grandes consecuencias tanto en su calidad de vida como en su proceso de integración social. Las dificultades que ellos experimentan son en distintos niveles, menos oportunidades laborales, académicas, sociales e incluso a prestaciones de salud. La lucha contra el estigma requiere de la cooperación, no sólo de las personas que la padecen y de sus familias, sino de múltiples organismos tanto públicos como privados. Es importante educar a la población de manera adecuada acerca de las enfermedades mentales, reconocer que con una enfermedad mental controlada y aceptada se puede llevar una vida normal, integrarse en la comunidad, estudiar, trabajar y relacionarse. La disminución del estigma alrededor del paciente con enfermedad mental puede promover que éstos sean atendidos de manera más temprana, mejorar sus redes de apoyo, que la evolución y el pronóstico sean más favorables, que los individuos se reintegren lo más pronto posible y de la mejor manera a la sociedad.



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